Ya ha pasado un mes desde que te fuiste. Y todavía me parece que fue ayer cuando cruzabas en bóxer de la habitación a la sala. Todavía te veo en tu pose preferida (rascándote tu panza con la mano derecha y con la izquierda apoyándote de la pared) y preguntando qué hay para comer.
Todavía te veo levantar a Lili por su cabecita y lanzarla a cualquier lado del apartamento mientras te sientas en el sofá donde antes mi gata dormía la siesta del medio día. Refunfuñar porque la vecina hace sus aeróbicos muy temprano (¡pero si es la una de la tarde! te decía yo tratando de tomar partido a favor de la pobre Lucía), maldecir porque en la tv nunca hay nada bueno, volver a la habitación y quedarte en tu reino desde donde a puros gritos pedías lo que necesitabas.
¡Ay mi Más Reciente Gran Amor! Y yo que pensaba que el mundo se derrumbaría a mis pies cuando te fuiste, que no sería capaz de volver a disfrutar de Vanidades, que la comida china me iba a saber desabrida, que sería incapaz de volver a dormir diez horas corridas… en fin, que no podría seguir viviendo si ti.
Pero supe que estabas en serios problemas cuando seguí durmiendo como una bebé , cuando seguí ordenando chop suey y camarones con tamarindo como si en esta casa viviera un batallón de soldados y no una dama de frágil contextura como yo, cuando seguí disfrutando de los chismes de la realeza europea en Vanidades con el mismo entusiasmo de siempre.
Y ni que decir de Lili. Parece que tus demostraciones excesivas de afectos hacia mi gata no crearon ningún efecto en su felina cabecita. Con una naturalidad que me deja perpleja, mi gatita posa su cuerpo peludo sobre el sofá y duerme plácida y tranquilamente su siesta sin mostrar la menor seña de trauma. Y pensar que cuando estabas aquí de sólo oír tu nombre saltaba despavorida buscando un rincón donde estar a salvo de tus mimos exagerados. Y ahora ni siquiera cuando la amenazo con que llegarás en cualquier momento logro que se comporte como lo que siempre he soñado que sea, una gatita con buenos modales.
Amor de mi vida, te dejo ahora porque Lucía acaba de llegar. Ha traído a casa de nuevo mi colección de cuchillo Hocho, las navajas de afeitar que dejaste olvidadas en el baño, el frasco de Tylenol, también el de Clorox y el de lejia que trajiste un día para limpiar las losetas del balcón pero que, como cuchimil cosas más que prometiste, nunca cumpliste. Ella juraba que me quitaría la vida ante tan irreparable perdida como la tuya. Pero esta mañana me ha visitado y cuando me ha encontrado en estado semi inconsciente frente a la tv, viendo el maratón de American Next Top Model, ha declarado que ya estoy bien y que aquí no ha pasado nada.
Empezando a dejar de ser tuya (pero a una velocidad que hasta los físicos se sorprenderían),
Gigi Rodríguez
La figura del tipo en boxer, rascándose la panza y recostado en la pared, jajajaja, me he reído como loca. Está muy buena esta historia.
ResponderEliminarMuy interesante tu alter ego, y muy hambrienta también.
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