viernes, 24 de junio de 2011

Meet the “troglodita”

(Gigi detiene el auto frente al lugar acordado -una de las peluquerías más fashion de la ciudad- de donde Lucía, luciendo el pelo a lo Jennifer Aniston, sale hecha una furia.)

-Eres terrible. Vamos a llegar tarde a la fiesta por tu culpa- casi grita Lucia no bien ha entrado en el auto. -Debes tener una buena excusa para haberte retrasado una hora. ¡Una hora!

-No me vas a creer cuando te cuente lo que me pasó.

-¿No me digas que tu Más Reciente Gran Amor volvió a llamarte y que perdiste una hora de tu vida hablando con ese bueno para nada?

-No, querida, nada de eso.

-¿Y entonces?

-Conocí en persona a nuestro nuevo vecino.

-¿El muy hijo de su madre se atrevió a reclamarte por la pequeña fiestecita que tuvimos en tu balcón la otra noche?

-No, para nada. El muy hijo de su madre tuvo la gentileza de ayudarme a subir el cierre de mi vestido.

-¿Whaaaaaaaaaaaaat?

-Así como lo oyes querida.

-O sea…

-O sea nada. Por alguna razón tenía problemas para subir el cierre así que fui hasta su apartamento y le pedí ayuda.

-Wait, wait. Cuéntame la historia desde el principio porque no entiendo nada.

-Ok. Esto fue lo que pasó. Estuve más de media hora luchando por subir el cierre pero no podía. No me preguntes por qué, pero no podía. Así que me dije que tenía que buscar la ayuda de alguien o cambiar de vestido. Y ya me conoces, siempre me inclino por las soluciones más simples.

-¿Y de toooooooodos los vecinos se te ocurrió pedirle ayuda justo al que no conocías?

-Me subestimas, Lucía. Llevaba mucha prisa para esperar más de 10 segundos frente a una puerta que no sabía si se abriría o no. En otras palabras, fui tocando de puerta en puerta pero sólo él fue lo suficientemente rápido en abrir.

-¿Y entonces?

-Entonces tuvimos esta conversación:

El: Buenas noches.

Yo: Perdona que te despierte, pero…

El: Oh, no, no me has despertado, estaba viendo televisión.

(¿Y si no estabas durmiendo por qué estás en pijama y todo despeinado?)

Yo: Ah. Bueno. Disculpe de todas formas. Es que tengo un problema y necesito de su ayuda. No puedo subirme yo sola el cierre de mi vestido. ¿Podría usted ser tan amable de ayudarme?

El: Como no. ¿Dónde está el vestido?

Yo (Dirigiéndole la más mortales de mis miradas): Lo llevo puesto. Sólo tiene que subir el cierre y listo, podrá volver a su programa de televisión y yo podré irme a mi fiesta.

Me puse de espalda para que aquel troglodita (no encontraba otra palabra para describir a un hombre que no había reparado en el vestido que llevaba puesto) pudiera subir el cierre.

El: Este zipper tiene un problema. Se resiste a ser subido.

(¿Por qué demonios hablará así? pensaba mientras sostenía mi pelo en alto para que el troglodita pudiera hacer su trabajo.)

Yo: Póngale un poco de presión, por favor, pero sólo un poquito. Me lo probé en la tienda y no hubo ningún problema. Seguro que sube si usted le aplica la fuerza necesaria, pero sólo la necesaria.

El: Pues no creo que eso vaya a ser posible. Se nota que este zipper tiene un problema.

Yo: Este cie-rre no tiene ningún problema. ¿Podría ser tan amable de intentarlo de nuevo?

El: Hasta donde alcanzan mis conocimientos sobre zi-pper me parece que este está dañado. ¿Por qué no va a esa fiesta con otro vestido? De seguro que tiene muchos como este en su armario.

Yo: Por supuesto que tengo más vestidos como este en mi closet. Pero ESTE es el que me compré para ir a ESTA fiesta. Por favor, inténtelo una vez más.

El: Deme un momento. Creo que ya sé que pasa. Déjeme buscar mis herramientas.

Yo: ¿Sus herra qué?

Cuando me volví el troglodita había desaparecido, dejándome sola frente a la puerta de su apartamento. Lentamente empujé la puerta, llamé varias veces y como nadie respondía entré en su apartamento. Hello, hello decía mientras entraba de puntilla en la guarida del troglodita.

-El: Aquí está.

Me dio un susto que casi me muero, pues él muy hijo de su madre salió como de la nada. Así que tuvo que buscarme un baso de agua para, según él, calmarme los nervios. Mientras lo hacía le dirigí una mirada rápida a su guarida. Conclusión: es soltero (tiene un desorden que ni te cuento) y también un poco irracional (veía en la tv futbol americano).

El: Y ahora que ya estás un poco más calmada, sigamos en lo que estábamos.

Yo (Mirando con auténtica curiosidad algo que tenía en las manos): ¿Qué es eso?

El (Levantando aquella cosa y blandiéndola como si fuera una espada) : ¿Esto? Mi destornillador de tercera generación. Ahora, si me lo permite, trabajemos en el zipper de su vestido.

Me di media vuelta y volví a recoger mi pelo mientras mi cerebro trabaja a mil por hora tratando de asimilar aquella frase: “destornillador de tercera generación”. Llegué a la infame conclusión de que debía dedicar menos tiempo a Vanidades y Cosmopolitan y empezar a leer Mecánica Popular.

Varios segundos después sentí como el troglodita subía el cierre de mi vestido. Me di la vuelta para agradecerle pero él ya iba de camino a su sofá, donde se sentó estirando sus patotas sobre la mesa.

Yo: Muchas gracias.

El: De nada. Te invitaría a ver el juego pero es obvio que tienes cosas más importantes que hacer esta noche.

-Oh my God, Gigi, Oh my God.

-Así es Lucía. Ah, y nuestro troglodita se llama Lucas.

-Todo un personaje, ehh.

-Todo un personaje-repitió Gigi mientras pisaba el acelerador y pasaba debajo del semáforo justo antes de que la luz cambiara a roja.

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